La historia de la tortuga y el pez
Había una vez una tortuga que vivía en un lago con un grupo de peces. Un día la tortuga fue a dar un paseo a la tierra. Estuvo fuera del lago por unas cuantas semanas. Cuando regresó, se encontró con algunos de los peces. Los peces le preguntaron: "Señor tortuga ¡Hola! ¿Cómo está? No lo hemos visto por algunas semanas ¿Dónde ha estado?" La tortuga dijo: "Estuve en la tierra, he estado pasando un tiempo en la tierra seca". Los peces estuvieron un poco confundidos y respondieron: "¿Arriba en la tierra seca? ¿De qué está hablando? ¿Cómo es esa tierra seca? ¿Es mojada?". Luego la tortuga dijo: "No, no lo es". "¿Es fría y refrescante?" "No, no lo es". "¿Tiene olas y orilla?" "No, no tiene ni olas ni orillas". "¿Puedo nadar en ella?" "No, no puedes". Así que los peces dijeron "No es mojada, no es fría, no hay olas, no se puede nadar en ella. Así que su tierra seca no debe existir, debe ser una cosa imaginaria, absolutamente nada real". La tortuga dijo "Bueno, puede ser así" y dejó a los peces y fue a dar otro paseo a la tierra.
Historia Budista
Esta bonita historia budista nos hace reflexionar sobre el etnocentrismo. Es decir, el acto de ver y analizar al mundo de acuerdo con los parámetros de nuestra propia cultura. Muchas veces, éste suele implicar la creencia de que nuestra comunidad, sociedad o, en términos más generales, cultura es la más importante, o superior a otras.
Aunque no lo aceptemos, nuestro país aún no se quita la venda de los ojos y muchos de nosotros creemos que por ser de la capital o vivir en ella, e incluso por hablar castellano, somos mejores que alguien que habla quechua u otra lengua vernácula.
En nuestro país que es pluricultural y multilingüe existen muchas naciones y, por ende, identidades que deben perdurar y ser respetadas como cualquier cultura en el mundo.
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